martes, 10 de junio de 2014

Que no falte ni una coma





Hace mucho tiempo, había una posada llamada “La Estrella de Plata”. El posadero, a pesar de que hacía cuanto podía por atraerse a la clientela esforzándose en hacer la posada confortable, atender cordialmente a los clientes y cobrar unos precios razonables, se las veía y se las deseaba para que le alcanzara el dinero. Desesperado acudió a consultar a un sabio. El Sabio, tras escuchar sus lamentos, le dijo. “Es muy sencillo. Lo único que debes hacer es cambiar el nombre de la posada”. “¡Imposible!”, dijo el posadero. “¡Se ha llamado “La Estrella de Plata” durante generaciones y así se la conoce en todo el país!” “No”, replicó el sabio enérgicamente. “A partir de ahora debes llamarla “Las Cinco Campanas de Plata” y colgar seis campanas en la entrada.” “¿Seis campanas? ¡Eso es absurdo! ¿Para qué va a servir?” “Inténtalo y lo verás”, le respondió el sabio sonriendo. De modo que el posadero hizo lo que se le había dicho. Y sucedió lo siguiente: todo viajero que pasaba por delante de la posada entraba en ella para advertir al posadero acerca del error, creyendo que nadie hasta entonces había reparado en ello. Una vez dentro, quedaba tan impresionado por la cordialidad del servicio que se alojaba en la posada, con lo que el posadero llegó a amasar la fortuna que durante tanto tiempo había buscado en vano. 

 Anthony de Mello

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